Desafíos tras resultados del SIMCE 2022
Mizala Salces
Ph.D en Economía
Depto. de Ingeniería Industrial y CIAE
Universidad de Chile
______________________
Mucho se ha conversado sobre la evaluación de los aprendizajes, especialmente: qué, cómo y con qué herramientas hacerlo. Las evaluaciones formativas son fundamentales; instrumentos como, por ejemplo, el Diagnóstico Integral del Aprendizaje -diseñado para el uso interno de los equipos directivos y docentes- son extremadamente útiles para la toma de decisiones pedagógicas en cada establecimiento educacional.
Es igual de importante contar con evaluaciones estandarizadas como el SIMCE, que permiten entregar evidencia a la política pública, tener antecedentes necesarios para evaluar el efecto de la pandemia en el aprendizaje y tomar decisiones que permitan mejorar la educación en el país. Las pruebas estandarizadas no son el problema y, si bien, debemos tener un número acotado de ellas, la dificultad radica en qué hacer con sus resultados.
Se puede graficar el uso de los resultados del SIMCE con dos ejemplos. Uno con efectos negativos, como es el caso de los rankings de establecimientos educacionales. Mientras, con efectos positivos están los seminarios de análisis de sus resultados, donde confluye la academia y los tomadores de decisiones, y que permiten generar propuestas de políticas públicas. Asimismo, están las jornadas de análisis y reflexión desarrolladas en cada centro escolar con el fin de identificar los desafíos específicos que enfrentan, para así tomar medidas que ayuden a superarlos.
Los retos que nos dejan estos resultados a las políticas vinculadas con el sistema escolar son muchos, la pandemia significó un shock negativo generalizado, con un fuerte impacto en el aprendizaje de las matemáticas y en las mujeres. La interacción con los pares y docentes es clave para el bienestar socioemocional de niños, niñas y jóvenes, y en general para el aprendizaje de todas las materias, pero particularmente para las matemáticas donde son fundamentales, entre otros, el desarrollo de la argumentación y la retroalimentación inmediata, puesto que los errores y malentendidos impiden avanzar a conceptos más complejos. Otro punto importante que nos dejó la pandemia, es que la asistencia presencial a los establecimientos educacionales es muy relevante para dar igualdad de oportunidades a mujeres y hombres, precisamente porque las labores domésticas y de cuidado están desequilibradamente entregadas a las mujeres. Existe evidencia -internacional y nacional- que en pandemia un elevado porcentaje de niñas ayudaba en tareas domésticas, lo que se suma al estereotipo de que las mujeres no son buenas en matemáticas, una disciplina masculinizada.
Los resultados arrojados por el SIMCE 2022 también revelaron que más del 50% de los y las estudiantes de segundo medio se ubica en el nivel insuficiente, tanto en lenguaje como matemáticas. Es fundamental, por tanto, que la estrategia de reactivación educacional en marcha tenga un foco especial en la recuperación de aprendizajes en la educación media.
Estos resultados plantean grandes desafíos a las universidades. Por una parte, se requiere estar preparados para recibir -en los próximos años- a estudiantes que no tendrán la misma preparación que aquellos que no vivieron la pandemia. Los resultados obtenidos de alumnos de segundo medio son un indicador de significativas brechas en sus aprendizajes. Hoy se hace necesario fortalecer y ampliar los dispositivos de acompañamiento y que académicos y académicas seamos conscientes de esto para poder apoyar las trayectorias educativas de nuestros estudiantes.
Por otro lado, las universidades deben repensar cómo están formando a los futuros profesores, una profesión docente que -día a día- se hace más compleja y desafiante. Necesitamos atraer y retener a quienes muestran vocación por la enseñanza; y al mismo tiempo, tenemos que darles las herramientas para desempeñarse con éxito. La formación docente debe permitir una mayor integración del desarrollo y aprendizaje socioemocional en las diferentes asignaturas, para que los y las docentes puedan manejar de manera adecuada las situaciones de estrés o conflicto en la vida escolar. También es importante formarlos para trabajar interdisciplinariamente con sus colegas, rompiendo los silos disciplinarios, y por cierto, entregarles las herramientas para trabajar en aulas cada vez más diversas.
En definitiva, como país, debemos ser capaces no sólo de reactivar la educación, sino de sentar las bases para una necesaria transformación educativa.