Nuestra Salud Mental
Mariane Krause
Doctora en Psicología
Decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile
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En Chile tenemos problemas de salud mental. Las cifras muestran que, en cuanto a síntomas de ansiedad y depresión, y también en consumo de sustancias, nuestros índices están por sobre los promedios mundiales y latinoamericanos[1]. La Encuesta Nacional de Salud nos muestra que un 15,8% de los ciudadanos chilenos presenta sintomatología depresiva2. Estos datos son prepandemia; durante la pandemia los problemas de salud mental aumentaron en forma considerable, superando el 30% de la población3, 4. Pospandemia estos índices han disminuido, pero aún estamos en fase de recuperación4.
Sin embargo, más que la comparación de Chile con otros países del mundo, en cuanto a los índices de salud mental, lo que nos debiera preocupar es su distribución dentro del país. Son mucho más frecuentes los problemas de salud mental en mujeres que hombres; y es mayor su incidencia en grupos poblacionales de bajos ingresos, con precariedad laboral o desempleados. También incide la vivienda, en términos de metros cuadrados por persona o incluso el hecho que no se tenga balcón y la falta de áreas verdes4. Asimismo, influyen en la salud mental la sobrecarga de tareas y la falta de contacto y actividades con otros. La sobrecarga afecta sobre todo la salud mental de las mujeres, en particular cuando están a cargo de niños y jóvenes, y cuando esto se combina con precariedad económica5.
A este conjunto de factores determinantes se agrega la sensación de soledad y de falta de apoyo, que incide fuertemente en los problemas de salud mental, constituyendo un terreno fértil para desarrollar una depresión. El “termómetro de la salud mental”4, en su encuesta reciente (2023), muestra que el 21% de los chilenos han reportado sentirse solos frecuentemente. Los sentimientos de soledad son mayores cuando hay menos los recursos económicos, pero también dicen relación con la edad. Así, son los ciudadanos de menores ingresos y nuestros adultos mayores los que se sienten más solos que el resto de la población, una tendencia que parece ir en aumento6.
En síntesis, son las inequidades de la vida cotidiana las que impactan la salud mental de los chilenos. Este panorama parece sombrío, pero si lo miramos con cuidado, veremos que contiene todas las claves para poder mejorar la situación. Por cierto, esto requiere de inversiones, pero con los antecedentes señalados sabemos dónde invertir.
Tomemos como ejemplo la disminución de la jornada laboral. Una jornada de menor extensión abre posibilidades para pasar más tiempo con la familia, con amigos, o en actividades recreativas. En ese sentido es una buena inversión en salud mental.
También son buenas inversiones aquellas realizadas urbanísticamente. Los parques bien habilitados son un aporte a la salud mental, así como lo es la construcción de viviendas dignas, ojalá con balcones y con áreas verdes cercanas. También es una buena inversión mejorar el transporte público, porque reducir los tiempos de traslado y el estrés implicado en las malas condiciones de transporte mejora nuestro bienestar.
Sería una excelente inversión, probablemente la mejor, avanzar en la disminución de las inequidades de ingresos en Chile. Esta tarea es importante, pero va a requerir de tiempo. Las anteriores son de más rápida implementación.
En el ámbito de nuestra vida personal también podemos influir positivamente en la salud mental, la propia y la de otros. La clave está en cultivar nuestras relaciones humanas. Darnos tiempo para estar con amigos, realizar actividades recreativas con otros y cultivar un trato amable con los demás. Estar abiertos a escuchar a cada cual y entenderlo desde su perspectiva, es un aporte a la salud mental de ambos.
También es importante que nos preguntemos sobre nuestros roles al interior de la familia. Repartir más equitativamente las tareas del hogar es una contribución no solamente al bienestar de las mujeres, sino que también a la formación de las nuevas generaciones.
Y, por último, el sostenido aumento de los sentimientos de soledad en adultos mayores debiera preocuparnos a todos y todas, ya que es nuestro propio futuro. Pero aquí no solamente la familia tiene un rol. Es un tema de política pública que nuestros adultos mayores estén bien integrados a la sociedad, en términos de su comunicación con otros, de realizar labores que les den sentido y de tener posibilidades recreativas en que puedan compartir colectivamente.
1 World Health Organization: WHO statistical information system (WHOSIS). Disponible en http://www3.who.int/whosis/menu.cfm.
2 Encuesta Nacional de Salud 2016-2017. Disponible en http://epi.minsal.cl/encuesta-ens/
3 Encuesta Longitudinal Social de Chile (ELSOC) en “Radiografía del Cambio Social en Chile 2016-2021”, del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES). Disponible en https://radiografia-cambio-social-2016-2021.netlify.app/
4 Termómetro de la Salud Mental ACHS-UC, 2021, 2022, 2023. Disponible en https://www.senado.cl/senado/site/docs/20210813/20210813104415/termometro_sm_version3.pdf; y en https://www.achs.cl/docs/librariesprovider2/noticias-2022/achs-127833/tms-ronda-5-conferencia.pdf
5 Encuesta Bicentenario UC 2019, 2022. Disponible en https://encuestabicentenario.uc.cl/resultados/; y en https://politicaspublicas.uc.cl/publicacion/resultados-encuesta-nacional-bicentenario-uc-2022/
6 Sexta Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez 2022 UC – Caja Los Andes, 2023. Disponible en https://encuestacalidaddevidaenlavejez.uc.cl/encuesta-2022/