Nicolas Luco Rojas

¿Por qué vienen?

¿Por qué vienen?

 

Nicolás Luco Rojas

Periodista científico

 

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Expertos, investigadoras, premios Nobel, autoridades de organismos internacionales vienen. ¿Por qué?

 

Sobre todo a la edición 13 del Congreso Futuro, en enero 2024, vienen porque podrán conocer, más que la capital, las variaciones en nuestra geografía física y humana.

 

Congreso Futuro 2024 esta vez sesionará en las 16 capitales regionales. Y tan distintas que son las personas en Aysén y en Chillán. A observarlas, a conversar con ellas, vienen.

 

Vienen, estos expertos y expertas mundiales, a un encuentro completamente distinto a aquellos a los que habitualmente asisten. Vienen a conversar con gente que siente curiosidad, sin necesariamente tener años de especialización. Gente preguntona y que averigua desde sus territorios. Gente que se define en incertidumbre, en estos tiempos.

 

Vienen, también, porque se encontrarán acá con expertos que trabajan en Chile, y que pueden compartir su visión desde el Hemisferio Sur. Vienen a redimirse de años de trabajo en laboratorios en los países más desarrollados. Vienen a aprender.

 

Vienen a ver cómo lo hacen los científicos e investigadoras chilenas que, sin presupuestos millonarios, con menos recursos que varios países en América Latina, logran encabezar la lista latinoamericana de publicaciones, aportes para todo el mundo.

 

Vienen, además, porque saben que acá podrán conversarles a ancianos y a niñas, a trabajadores y a jubiladas, a abuelos y a madres, a esa juventud al borde de hacer el futuro y que buscan luces.

 

Vienen a aportar y a escuchar.

 

Vienen a agitar. Líderes de causas como la salud de nuestra casa, de la paz, de la equidad, de la preservación del océano, del cuidado de la Antártida, de los niños y migrantes, del aire, de los cielos oscuros, de los extremófilos, del espacio compartido, de las tradiciones culinarias, de los ulmos, de los pudúes y los dinosaurios a punto de desenterrarse.

 

Vienen a imaginar los naufragios en el Cabo de Hornos, los sismos abriendo valles, las ballenas Moby Dick, los diaguitas bogando mar adentro, vienen a mirar los volcanes y sus fumarolas.

 

Nadie les ofrece honorarios, ellos tampoco los piden. Hay que atenderlos y cuidarlas, con sus ojos abiertos.

 

Y cuando se abran las puertas, iremos a ellos y a ellas. Podremos escucharlos en pantalla, en “streaming”, por Internet, con traducción simultánea. Pero muchos iremos a ellos y a ellas, ahí, en la tribuna, tras el micrófono, con su carne y sus huesos, con sus ojos y voz. Hablando tal vez una lengua ajena, con intención, con emoción, a menudo con alegría. Cerquita.

 

Iremos a sentir que estamos en su aventura, pidiéndoles con nuestra presencia, que no nos dejen de lado a nosotros, los no tan avezados.  Pidiéndoles, si es posible, una selfie.

 

Iremos con otros y otras, conformando “público”, rostros que no elegimos, ansiosos como nosotros de subirnos al mismo tren hacia descubrir, o hacia preguntar. Será verano, habrá calor, tal vez sudor, esa experiencia de lo común, de lo compartido.

 

Yo saludaré a mi compañero de asiento y averiguaré por qué está ahí.  Lo he hecho en otros Congresos Futuro y siempre me han abierto mundos. En 2023 conocí a Anabelee Araneda, joven activista por varias causas, su padre la nombró por el personaje de uno de los más bellos poemas de amor, escrito por Edgar Alan Poe. Un tesoro de persona, orgullosa de su nombre y de sus causas y de ser joven y mujer, y libre para plantearse.

 

También, quienes están repitiendo la aventura del Congreso Futuro, se encontrarán entre sí. ¿En qué estás? ¿Cómo te va? Conexiones entre curiosos, entre activistas por la ciencia, no sólo entre científicos: entre curiosos y curiosas.

 

Alimentándose, alimentándonos. Ingredientes para generar nuestros futuros, el futuro del país, en este cambio de era. Porque las ideas y experiencias, las causas y los desafíos, los mayores y los jóvenes, podremos vivir en la inseguridad pero no en la oscuridad.  Y aquí están las luces.  Para atender.

 

Existen algunos apoltronados. “Claro, claro”, dirán. “¿Para qué ir si lo podremos ver por internet?”

 

Claro, claro, digo. Ir es mejor, por la misma razón que tomase un café con una amiga es mejor que intercambiar mensajes en pantalla.

 

Eso es un con-greso: un con-gregar, un com-partir, un con-fluir, un con-versar… un con-cluir, si fuera posible.

 

En realidad, me será imposible asistir a todo: tendré que seguir algunos futuros en remoto. Una solución para muchos en congresofuturo.cl