Juan Pablo Torres

Escenarios Futuros

¿Qué pasaría si…? El Futuro de los escenarios en la política de Chile

 

Juan Pablo Torres
Ph.D. en Management Science (Warwick University).
Profesor Asociado de Estrategia
Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile

 

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Pensemos qué habría pasado si en 2013, uno de los períodos de máximo crecimiento económico de Chile de los últimos años, y con una percepción ciudadana de alta credibilidad de las diferentes instituciones del Estado, nos hubiéramos planteado la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría si tuviéramos una crisis social y sanitaria -en los próximos 8 a 10 años- que nos hiciera replantearnos el contrato social implícito en nuestra Constitución mientras mantenemos confinamientos -en nuestros hogares- por efecto de una pandemia que mata 100 ciudadanos diarios, luego de dos semanas de exposición al virus?.

 

¿Habríamos tomado las mismas decisiones en nuestras familias o empresas en 2013? Como ciudadanos, ¿habríamos esperado tener las mismas políticas públicas implementadas en los siguientes 9 años en temas de salud, pensiones, trabajo, educación o seguridad? 

 

Para lidiar con la ambigüedad del entorno, existen diferentes enfoques de planificación de escenarios para preparar a los tomadores de decisiones a enfrentar futuras crisis. Actualmente, el Senado de Chile cuenta con la Comisión de Desafíos del Futuro que está realizando esfuerzos por convocar a científicos nacionales e internacionales a pensar en los Futuros de Chile para el 2050 desde sus disciplinas. Sin embargo, hoy más que nunca es necesario que otros organismos del Poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial fomenten que sus líderes desarrollen un pensamiento estratégico basados en escenarios que incluyan las creencias e investigaciones de científicos de las diferentes áreas del conocimiento.

 

La planificación de escenarios basado en evidencia científica ayuda a los tomadores de decisiones a comprender mejor los cambios en su entorno externo, detectar señales de alerta temprana a potenciales crisis y perfeccionar las percepciones de los problemas existentes o emergentes y las correspondientes estrategias de resolución de problemas. ¿Tendremos la oportunidad de testear si el nuevo texto constitucional o las nuevas reformas políticas permitirán a la sociedad chilena enfrentar los desafíos de los próximos 30 ó 40 años? 

 

Gracias al trabajo de más de 30 científicos de diferentes disciplinas que pertenecen a universidades chilenas, tenemos evidencia de que en los próximos 30 años experimentaremos grandes migraciones dentro del territorio nacional hacia el sur de Chile en búsqueda de mejores condiciones de vida, acceso a agua y alimentos. También sabemos que es muy probable que la sobreexplotación del mar, la contaminación de los territorios y la degradación de la flora y fauna silvestres generarán un profundo cambio en cómo las personas percibirán su entorno afectando las relaciones sociales humanas de nuestros ciudadanos. Otro efecto esperado es que los habitantes de la tercera edad estarán más vulnerables a enfermedades detonadas por los aumentos sostenibles de las temperaturas en las zonas especialmente cercanas a los trópicos. ¿Chile tiene una infraestructura habitacional para acondicionar los espacios de sus viviendas? ¿Chile tiene actualmente las fuentes de energía suficientes y renovables para satisfacer el aumento de la demanda energética por el aumento de los dispositivos climatizadores? 

 

Sobre nuestra infraestructura portuaria es probable que en el futuro -por el cambio climático- aumenten las interrupciones de los suministros que ingresan por vía marítima debido al aumento en las marejadas cercanas a los puertos industriales. Por otro lado, también esperamos que la automatización no sólo genere beneficios a los ciudadanos por más y mejores recomendaciones para tomar decisiones diarias como dónde ir para evitar el tráfico o cómo contactar amigos o generar interacciones en un metaverso, sino que también aumente la brecha de desigualdad social, genere una presión hacia los trabajadores por reconvertirse laboralmente dos o tres veces, o incluso aumente la vulnerabilidad de que empresas tengan el potencial de entender variables fisiológicas entre las que se encuentra el patrón de latidos cardíacos o las ondas cerebrales.

 

¿Está nuestro nuevo contrato social diseñado para que nuestra sociedad civil entable un diálogo constructivo permanente que permita crear estrategias de resiliencia nacional y adaptación a los cambios que experimentaremos en los próximos 30 años? Espero que como sociedad chilena podamos tener espacios republicanos de conversación para hacernos las preguntas del tipo: “¿qué pasaría si…?” Y, lo más importante, intentar contestarla entre todos los ciudadanos como una sola nación.