“Si en realidad queremos un siglo XXII que no sea una distopía infernal, tenemos que rediseñar el impacto humano en el planeta dentro de las próximas décadas (…) Tenemos que volver a la conexión íntima con los lugares que habitamos”.
“Si en realidad queremos un siglo XXII que no sea una distopía infernal, tenemos que rediseñar el impacto humano en el planeta dentro de las próximas décadas (…) Tenemos que volver a la conexión íntima con los lugares que habitamos”.